- La furia zarandeaba mi cuerpo a su gusto. Acurruqué mi cabeza entre mis manos, triste...
Alcé la mirada y un muñeco había ocupado una silla, roja y amarilla si mal no cree recordar mi desordenad a cabecita. Tímido dirigió su palabra hacia una muñeca, preocupándose sin querer o queriendo.
- ¿Qué te pasa...? (Dijo él).
No recuerdo las palabras exactas, pero intentaré aproximar lo mejor posible.
Sin saber como, ni porqué, "lloré mis penas" en su piel de trapo. Aturdido, o quizá la aturdida era yo, comencé a conocer a ese ser.
Olvidé lo que pensara de la estupidez que le acababa de soltar.
- ¿Conocer a una persona sin conocerla?
Al plantear tal estupidez (repito) estupidez, el muñeco pensaba lo mismo, absolutamente igual.
- Qué...? Imposible...no puede ser...
Continué sus palabras, completando versos, como él hizo conmigo.
Extrañados, supimos que algo uniría al otro a lo largo de la inmensidad de una vida. Quizá era mi andrógino, vulgarmente llamado media naranja. Ésa palabra a la que Platón dió significado. La palabra que utilizó el muñeco para, de algún modo, expresar sus trémulos o inexistentes sentimientos...
Inútil la entrada hacia el baúl de sus sentimientos, contaban que era tenaz, absurdo, para mi resultó ser de tela.
El calendario amontonaba la cuenta atrás de los días para el fin del caluroso verano. Ese mismo aire cálido surcaba mis comisuras y apresuraba los latidos de mi corazón, suplicándome, que porfavor hablara con él.
Día tras día echaba de menos a ese ser que había entrado en mi vida, gracias al dulce destino.
Él no dormía, no hablaba... triste, su vagabundo corazón bailaba al son de otro compás, de otro compás que no le pertenecía aunque mas tarde sí...
- Se que me quieres...
Poco a poco, me iba dando cuenta de mi condena. Amordazada en pared. Abrí los ojos para dejarme llevar...
- Yo no te quiero...te amo...
- Y yo...
Andrés, eres y serás lo que es mi vida. Cada vez que recuerdo como poco a poco me enamoré de ti, de tu peculiar forma de ser (la mia) el corazón se hace un lio... quiere llorar de alegría...quiere sentir a su vera su felicidad, tu felicidad, tu vida entera. Sentirla hasta que arrugados, cuales mapas, ambos soltemos un último soplo.
Alcé la mirada y un muñeco había ocupado una silla, roja y amarilla si mal no cree recordar mi desordenad a cabecita. Tímido dirigió su palabra hacia una muñeca, preocupándose sin querer o queriendo.
- ¿Qué te pasa...? (Dijo él).
No recuerdo las palabras exactas, pero intentaré aproximar lo mejor posible.
Sin saber como, ni porqué, "lloré mis penas" en su piel de trapo. Aturdido, o quizá la aturdida era yo, comencé a conocer a ese ser.
Olvidé lo que pensara de la estupidez que le acababa de soltar.
- ¿Conocer a una persona sin conocerla?
Al plantear tal estupidez (repito) estupidez, el muñeco pensaba lo mismo, absolutamente igual.
- Qué...? Imposible...no puede ser...
Continué sus palabras, completando versos, como él hizo conmigo.
Extrañados, supimos que algo uniría al otro a lo largo de la inmensidad de una vida. Quizá era mi andrógino, vulgarmente llamado media naranja. Ésa palabra a la que Platón dió significado. La palabra que utilizó el muñeco para, de algún modo, expresar sus trémulos o inexistentes sentimientos...
Inútil la entrada hacia el baúl de sus sentimientos, contaban que era tenaz, absurdo, para mi resultó ser de tela.
El calendario amontonaba la cuenta atrás de los días para el fin del caluroso verano. Ese mismo aire cálido surcaba mis comisuras y apresuraba los latidos de mi corazón, suplicándome, que porfavor hablara con él.
Día tras día echaba de menos a ese ser que había entrado en mi vida, gracias al dulce destino.
Él no dormía, no hablaba... triste, su vagabundo corazón bailaba al son de otro compás, de otro compás que no le pertenecía aunque mas tarde sí...
- Se que me quieres...
Poco a poco, me iba dando cuenta de mi condena. Amordazada en pared. Abrí los ojos para dejarme llevar...
- Yo no te quiero...te amo...
- Y yo...
Andrés, eres y serás lo que es mi vida. Cada vez que recuerdo como poco a poco me enamoré de ti, de tu peculiar forma de ser (la mia) el corazón se hace un lio... quiere llorar de alegría...quiere sentir a su vera su felicidad, tu felicidad, tu vida entera. Sentirla hasta que arrugados, cuales mapas, ambos soltemos un último soplo.