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viernes, 15 de octubre de 2010

"Poema XX..."

"Puedo escribir los versos más tristes esta noche...".
Escribir, que entorpecí a ese ángel, sujetándolo con firmeza por las plumas de sus alas.
Intenté soltarlo, lo intenté obteniendo lo deseado, que no escapara.
"El viento de la noche gira en el cielo y canta...".
Canta el llanto del ángel, el llanto causado por mis manos sucias.
Estan agrietadas del exceso de guerra. De brindar con dos copas de cristal cuerpo y sangre.
Y como resultado perder la batalla, con el corazón por los suelos. Y tener la esperanza (que dice ser lo
último que se pierde) de vencer la guerra.
"En las noches como ésta le tuve entre mis brazos..."
La inexistencia de su presencia. Su olor en mis arapos y el sabor de su miel en mis labios.
"Le besé tantas veces bajo el cielo infinito..."
Rocé, maldige, odié, pedí, di desde mi vida hasta mis entrañas por esos labios rojos.
No quiero besarte si te opones, solo déjame acariciarlos con la yema de mis dedos.
"Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Pensar que no le tengo. Sentir que le he perdido..."
Indaga hasta mi pecho. Oxidando el poco aire que retienen mis pulmones. Enzarzando
mi garganta en un laberinto, por el cual las palabras rebosan, pero de tantos arañazos
mudan su piel para componer la voz quebrada.
Y si tuviera fuerzas, confía en mi que arrancaría de toda palabra a otros seres humanos.
"Oír la noche inmensa, más inmensa sin él. Y el verso cae al alma como al pasto el rocío..."
Confieso que el rocío no cae del cielo. Sale de mis ojos.
Frío, helado... así mis lágrimas, que se dan de bruces contra la realidad. Y tú, ignorándome,
las gozas de su tacto, pero no lo saboreas.
Cierto es que en esto hay ciegos que no ven y otros que no ven viendo.
"Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos..."
Es un ángel, sus dedos son poesía y sus ojos de océano.
Cuántas veces hundiré mi cuerpo de hielo derritiendome sin fuego.
Caeré en la misma trampa las veces que me miren, las veces que me pidan
que caiga. Aunque sólo sea para rozar tu piel una vez más.
Olvídame durante un tiempo, pero, suplico que vuelvas a hacerme daño para sentirte a mi vera.
"Mi alma no se contenta con haberle perdido..."
No puedo resistir a la tentación de encerrarme en una jaula, para que vuelvas a buscarme,
perderé la llave. Y que conste que por esos barrotes puedo escabullirme, pero no lo haré
por tu regreso.
Cuando entres en la jaula te daré tus alas, que será lo que encuentres.
Si encuentras a tus alas muertas en vida, sabes lo que hacer, para resurgirlas de las cenizas.
Di lo que sientes. Si esto último carece, me convenceré a mi misma de que el infierno es un lujo.
Viendote sufrir, desesperándome a gritos por salvarte, dandote esa bocanada que no tengas, y sin dudarlo
dandote la sangre y con ella la vida, si algún día la pierdes...
"Aunque éste sea el último dolor que el me causa, y éstos sean los últimos versos que yo le escribo..."