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miércoles, 16 de junio de 2010

-Media noche.



Acabé de estudiar, de una vez por todas.
Froté mis ojos y suspiré profundamente, intentando suavizar la tormenta que próximamente seria tanto física como psíquica. Derrotada por el cansancio y la regla, me relajé en el sofá, o por lo menos, lo intenté.
Miré la televisión sin ver nada, prestando mas atención a las musarañas.
Era media noche, y un programa de "Historias de media noche terroríficas" comenzaba. Presté esa atención perdida en el aire. Decepcionante, la verdad. Apagué la televisión, tantas estupideces enfurecerian a mi cabeza.
Hacia frío, bastante. Encontré una manta en un rincón, y con ella me dirigí al balcón. Mis pasos dudaban...no querian andar por si solos. Acurruqué mi frío en ella y pensé en él. Siempre que llueve lo hago, aunque también he de reconocer que uno de mis hobbies preferidos, tanto pensar en él como ver la lluvia caer. Mi ansia por salir a la calle y empaparme era persistente, e imposible. Era tarde, no podía disfrutar de ese placer. Pero si saciarme pensando en él.
Echarle en falta ganó a todas mis fuerzas, las pocas que aún seguían en pie.
Finalmente llegué a mi cuarto, abrí la ventana y las cortinas, para, mientras dormia, escuchar el repiqueteo de la lluvia en el cristal.
Aún te echo de menos.