Un pasillo rodeado de plumas y tras mi paso, dando gracias al delicado viento que levantan mis talones, vuelan como pájaros tal vez un día fueron.
Hay un espejo al final, así que esquivando lo inevitable giro hacia la primera puerta que encuentro. No quiero verme los ojos este atardecer, no quiero ver quienes fueron y quienes son. Las gotas de "huida" las cuales contienen temblores y adrenalina fluyen por mi venas.
Entro a la habitación y un portazo tras de mi da comienzo a la función.
Unas pestañas emprenden el vuelo y unas velas dan un tono rojizo a los ojos que otro ser puede ver.
Las cadenas se empeñan en librarme de mis plumas de libertad. Unas yemas recorren mis hombros, dulcemente, adormeciendo mi rostro.
Y esos labios prometen deseos de princesas, bailes de las máscaras de los sentimientos, vals con flores muertas, tacones capaces de romper el suelo y labios que destrozan corazones.
De súbito mis ojos se abren, sin temor, sin miedo. Tan solo un levantar de pestañas finaliza el arder de las velas, mientras el humo gris rodea mis manos. Desato las cadenas y huyo, otra vez, con los "deseos de princesa" en la propia piel y hundidos en la misma. Las plumas níveas tornan a negras. Y las puertas del salón utilizan su magia para abrirse y darme a conocer al mundo de la mentira, al mundo de la maldad de los sentimientos. Ira enseña los dientes, Miedo se esconde, Rabia muerde, Asco frunce el ceño y Odio los protege a todos con una pistola. Su túnica negra hace que relama los labios y saboree a mi preciada Victoria. Mis ojos negros con un frío hilo de rojo miran a sus espectadores.
Tiembla el suelo, tiembla el corazón del Odio y sus sirvientes huyen.
Las plumas de cuervos y cisnes negros rodean mi caminar.
- Que dé comienzo el baile.- Anuncian.
Justo en este momento, comienza el asesinato.