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lunes, 29 de agosto de 2011

Un día de suburbia, un cuando y un donde

En las noches de insomnio la cabeza vuela al pensar.
Tu cuerpo en tierra ¿pero dónde esta aquello que abre tus ojos día a día?
Mis ojos buscan las salidas y en cada una de ellas es abismal. Húmedos mis pies, buscan equilibrio al borde de lo escrito anterior al punto.
Cuando no tengo nada que perder, quiero arrojarme y que el océano haga lo yo no supe con mi cuerpo, a su merced. Pero esta vez las victorias me sostienen en el borde y las derrotas rumian como ratas parte de la tierra.
Trozos de rocas caen bajo mis pies y los oídos tratan escuchar lo que nunca existirá, un fondo. Un vacío infinito. Por más que quiera, acabaré cayendo sobre mi mismo.
Seres vivos huyen por cielo, mar y tierra.
La tormenta se avecina, tengo miedo, no lo niego (lo susurro). ¿Pero qué hace que mi persistencia firme sobre el temblor que me acoge? El afán de superación. Y no del ser humano, si no MI afán, el mio.
Nunca el veneno miedo dejará de surtir efecto si mi debilidad cubre a la valentía. Un paso al frente y la debilidad traga saliva. Huye hacia el bosque. Entonces, gritos ahogados invaden el aire, pues las zarzas y las espinas con rosas rojas devoran la debilidad que un día, quizá más, me hizo frágil.
En las pupilas se reflejan los rayos, que caen como carcajadas que brotan de los labios del ego de grandeza. Mientras, mi cabeza busca calma en el piano que nunca falla.
Cuando una nota empieza cojo aire y al acabar lo expulso. Diluvia.
El rival comete un error y la fuerza se abre como los ojos del leopardo, esperando con paciencia el momento exacto, para acabar con la presa.
Primero, descoser el corazón cual corsé. Segundo llegar al corazón del propio corazón.
Es comparable con una flor de primavera que se abre en un segundo para degustar al sol. Por desgracia o fortuna no soy ni un leopardo ni una flor. Pero me valgo de la lluvia para asestar, con precisión al corazón. Letal, dicen que es el arma que todos llevamos en nuestra cúspide... desconocido e invencible.
Con la tormenta asustada y derrotada, vuelvo a Tierra. Con una victoria entre manos.
Y quizá la pluma con la que escribe mi insomnio algún día me de alas para volar.

Inspiración: El gran Nach y Yiruma (River flows in you)