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viernes, 17 de septiembre de 2010
De perlas.
Hoy volveré a hundirme entre las sábanas.
Sólo para que no veas como nacen, crecen y exceptuando el tercer concepto, mueren mis lágrimas de felicidad.
Querido diario, sé que esto que siento no me cabe en el pecho, lo sé.
Pero he de darte una gran noticia, lo que no entra ahí inunda el resto del cuerpo.
Oh, también me he fijado en un pequeño gran detalle, ya no corre sangre por mis venas.
Y he de corregir a los que gritaron, carecedores de razón, el "cuento" de las mariposas.
No duran menos o incluso un día. Porque en mi duran más.
Está comprobado científicamente por mi estómago. Cada vez las siento, y no mueren, sino que revolotean más
más ágilmente y sin cese alguno.
En ocasiones rebajan el vuelo, pero eso es culpa de mi autoestima, no de ellas. Asi que olvidémoslo.
Hablando de mis pequeñas y delicadas inquilinas, es increíble el efecto mariposa. Cada vez
me deja boquiabierta, más atónita.
Recalcaré, recordaré y memorizaré (ésta última no debía haberla nombrado, la tengo demasiado clara) y procuraré
que la "noción de sensibilidad" no dañe mis posesiones.
Aunque la sobredósis de otra sustancia puede llevarme a la locura extrema.
- Mm...no había caído en ese detalle. No importa. Como iba diciendo... Vermeer plasmó su sentimiento
en un cuadro, pero por mi parte lo haré en la cruda o dulce realidad. (He dado otro sentido a cruda).