La vida me hizo la zancadilla. A veces lo hizo.
Y cuantas veces caí en un charco y llené toda mi piel de barro.
Apoyé las manos a ambos lados de mi cabeza, levanté la cara sucia, los ojos de lágrimas y los labios rotos para izarme cual bandera. Y con los puños aún cerrados otear el horizonte.
Escupí el suelo, arrojando cada gota de rabia en mi interior (no era escasa).
Clamé al viento mi ixistencia y mi no rendición.
Mis pies echaron raices, uniendose al suelo. Era imposible caerme otra vez.
Pero nadie me habló de caer, solo susurraron herir. Y mientras la "muerte" conseguí su fruto, mi destrucción, él estaba ahí, echandome una mano para volver a levantarme.
"Ayer noche me enseñó un marcapáginas"
- Mira...pon uno, ahora los dos. Tú destino, mi destino. Ahora que sean solo uno. El nuestro. Nuestro destino.
Noche de lluvia...