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miércoles, 12 de enero de 2011
Érase un navegador perdido en el océano, como tripulación un corazón y por mapa un destino. Mas su bandera no era otra cosa si no una simple daga atravesada.
Miraba el cielo con sus ojos vacíos, buscando algo en el fin del océano.
A lo lejos podía ver las nubes cargadas de tormenta. Se sentó en la barandilla, esperando. Las gotas salpicaban sus pies y la tormenta lo haría con la totalidad de su cuerpo. Dejó que se empapara, sintió cada lágrima camuflada entre las gotas de agua, sintió cada daga, vino el vacío acompañado de soledad...
Vagabundeó por los océanos, con un corazón olvidado y sin dueño. Con el corazón en la mano hizo el último impulso y lo arrojó al mar.