Despierto escuchando el repiqueteo de la lluvia en el cristal. Mis ojos se dirigen a las cortinas blancas y un escalofrío recorre cada poro de mi piel.
Acerco la sábana hasta la cara, para sentirme abrigada en el frío desván de madera.
Deslizo los pies por encima de las sábanas y doy pie a un nuevo día gris.
Acaricio con la uña el cristal, abro la ventana y dejo que una ducha de lluvia fría refresque mi cuerpo.
Empapada, dirijo los ojos hacia atrás, algo falta aquí, al otro lado de mi sueño. Alguien ha dormido esta noche conmigo, aún recuerdo su calor. Hay tanto silencio que puedo escuchar un leve tick-tack, y por último un chirrido de la puerta, con suavidad. Alzo los ojos con impresión en el rostro, en cambio, los ojos que me miran crean un rostro sonriente y expresivo. Miro suplicando, suplicando tu cariño, y tú... tú me lo Das.