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lunes, 28 de junio de 2010

- Serpientes y manzanas.


Crecía en los ojos de su madre, lagrimosos por la futura pérdida que eso suponía.
Aún estaba en el árbol del jardín del Edén (hablemos de belleza, no de religión).
La serpiente rozó su sujeción, largas veces en pocos años. Ésto estremecía la delicadeza
y su gran corazón. ¿Quién contó que lo pequeño es débil?
Llegó el día en que la manzana cayó. Despertándose de una vida perfecta.
Una vida perfecta cuando escondes las lágrimas en un almohadón. No para tí, pero si para ellos.
¿Quién es bueno cuando le clavan dagas en el pecho?
Abrió los ojos y sin calzar tacones miró por encima del "hombro" de la serpiente.
Gritó todo lo que guardó, años atrás. Bien hecho pequeña...bien hecho...
La serpiente al ver la fuerza de su enemigo, buscó otra víctima con la cual "librarse de su dolor", mentira. Hacer daño por placer.

- Explícate
- Las personas maduran. Como una manzana. - Lancé la manzana hacia sus manos.
- Entonces... las malas o buenas personas pueden madurar tanto a mejor como a peor...
- No. Las serpientes pueden cambiar de piel pero nunca dejar su veneno. En cuanto a las manzanas, pueden ser mordidas pero...¿cual veneno las afecta? Ninguno. Sólo serán heridas pero nunca otras.