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domingo, 22 de febrero de 2015

Dormir en otro colchón

Resulta incómodo. Las sábanas de lija, el olor de un cuerpo extraño dormido al lado, un brazo encogido que debería estar extendido por encima de mis caderas. Además del vaivén sin ritmo de su pecho o quizá sea yo, que ya no sé seguir el ritmo de las noches. Del costado izquierdo molesta, como también del derecho y mirando al techo ni el tiempo ve la hora de que ego concilie el sueño. Entonces viene cuando mi cabeza loca se equivoca y prefiere pensar a soñar. Admiro su capacidad de convicción para las noches en vela y con ternura, pongo un brazo bajo mi cabeza. - Tengo los ojos encharcados- y ahogadas mis intenciones de soñar. Ahora tú en mi pensamiento, tan sereno. La boca me sabe a hierro, cereza y sal. 

Dormir en otro corazón es como hacerlo en otro colchón. El corazón no encuentra postura, se le clavan los muelles, y por si no fuera poco, no sueña. Porque, (mal)querida, este no es tu dulce hogar. De mientras las ojeras lamen la tez de melocotón de una mujer que "no sabe cómo volver a casa".