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domingo, 15 de febrero de 2015

Cebo vivo

Nuestros ojos eran una bandera en permanente derrota y nosotros ya no éramos los mismos. La sumisión de un barco en la arena, ¿quién? He aquí la derrota de miel. Ver la luna yacer desde la proa y el olor a vejez. Tu tez, y las aguas no saben bailar la lluvia. De mis versos a los besos de la brisa marina, y el sabor a sal. El pelo ondeando en los pensamientos, jugando con el tiempo y ceso, porque no puedo más.

A sus órdenes mi capitán, izad el corazón y contad los sentimientos por banda. Cuando él ordene disparad, y asumid que en esta nuestra guerra nadie gana. Hostil y el vaivén de tus mandíbulas. En cada lunar una estrella, tu espalda es el cielo y yo me pierdo, como se pierde un pez. En el clímax de la confusión, hay espinas y un marinero. Juraría ver tus ojos pero igual me equivoco, y a veces parece que tu respiración late en mi pecho.

Hoy hace frío, mañana también. Hoy estamos perdidos, mañana no sólo también, sino que ya no hay rumbo.

Lo había. Hasta que me percaté, torpe de mi, que tu corazón era magnético y mi cabeza una brújula con cordura. Cercanía. Ni los siete mares, ni siete vidas, ni cartografías, yo no sé dónde voy porque perdí la cabeza. Cualquier día voy a escribir una carta de navegación y sin querer escribo con el corazón.