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viernes, 24 de enero de 2014

Nadie le habló de los diamantes a NY

Lo que escriba a continuación puede sonar cruel e igual, es porque lo es:

El viento hace crujir los cristales, que suenan algo así como cuando trago saliva, y las nubes traen tormenta, que es algo así como un efecto colateral de cuando trago saliva por lo que esta cavilando mi cabeza.
Entonces te pienso, y qué error más placentero.

Esta madrugada Jack Daniels se viste de soledad, colocándose la pajarita que horas después permanecerá colgada en el pomo metálico de nuestra habitación.
Cuando los huéspedes se dirijan a sus aposentos, creerán que es sexo e incluso husmearán su olor, pero ellos ignoran que dentro hay una mujer que susurra acostarse con la soledad, de nombre Jack, porque decir 'SOLA' le produce náuseas desde el pensamiento hasta la garganta.
El rimel bajará hasta lo más hondo del pecho, humedeciendo el alma de una enamorada, una de tantas. Se morderá sus labios escarlata, para que no oigan gemidos de lo contrario que quiere que piensen. La cremallera de un vestido de encaje negro, surcando cada vértebra, ciñéndose a las costillas y realzando sus caderas, cremallera que no se rompió con la pasión de sus manos a casi un beso de hacer el amor en la luna llena que embriaga esta nuestra habitación. Y unos tacones capaces de alzar las piernas que tiemblan cuando oyen tu voz ronca en el cuello capaz de perdonarte todos tus pecados si tu lengua roza sus clavículas.
Una jodida alcohólica que se retira sola porque siente que las cicatrices de lo que dejó tu amor dejan de ser plateadas, y tú impasible estarás sentado diciendo 'esta noche fue mágica' a cualquier par de piernas sedientas y pensarás 'qué será de la zorra que me rompió el corazón'.

Y esa zorra, soñará despierta que la abrazas por la espalda.
Y esa zorra, te diré una cosa, solo te ama.
Y esa zorra, el día que se levante de su lecho de lágrimas igual solo desea que te oxides en tu llanto y que al ser posible sea por una buena razón y esa razón, sea yo.