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lunes, 28 de abril de 2014

Aún hay ignorantes que no saben coger un pincel

Habrá que tener paciencia para que el corazón haga callo, ya que en las despedidas aún llora, te susurra y te miente, dice "no lloraré" y es un mar de lágrimas.

Miré el cielo gris y sonrió, como nunca jamás lo había visto y se me encogió el corazón. Fuimos dos poetas equivocados de época, confundidos entre tanto descubrimiento y nada por descubrir, hasta que yo te vi y tú, querido, me viste a mi. El tren gruñe entre humo negro y mecanismos extravagantes, mis agujas me llegan a los pies y un día voy a tropezar. A ver si mi poeta me levanta de este suelo que en ocasiones confundo con sueño y ya no sé si es real o qué es la realidad y cuando no. Pues verás, antes de dormir veo la luna subiendo escaleras al cielo y tengo tanto miedo de que tropiece, que en el fondo lo deseo. Quizá suena brusco, pero quiero la luna en mi cama y a ti en el escritorio, haciéndome reír, entre versos y besos que me hagan creer. Tengo fe y no la busco a tientas en el cielo, ni de rodillas en una madera crepitante, porque reside en mi y cómo lo hago para mirarme, para buscarme dentro y decir, esta aquí. Pero la cuestión es la luna, qué hace que no esta en el cielo, qué hace siendo dos y en cada una de tus pupilas, no lo sé, pero bien podía ser mi reflejo, y yo verme reflejada en ti. Quiero decirte que, en estas noches de luna te echo de menos, quiero confesarte que no te encuentro en el vacío que me rodea, pero te veo reflejado en mi. Y es que tú, eres yo, eres mi ser. No por favor, no pienses que estoy loca y esto es algo onírico, pero lleva un mienteme. Aún hay ignorantes que no saben coger un pincel y ellos dicen ser artistas cuando no saben ni que son, pero son algo, que no ocupa lugar en mi razón. Sin embargo, te miro y pienso antes de hundirme que tú, tú mi amor, tienes la destreza de coger el pincel, de no dibujar nada y decirme, mirate. Y yo, de corregirte diciendo, miranos. ¡Ay si tú supieras! Que no me entiendo, ni cabe en mi, que sin querer te sueño y sin saberlo pienso en ti, se me va la cordura en el andén y no pienso correr. Pero por ti, no hay estación, ni tren ni mundo, que no sea capaz de ver y sin dudarlo echar a correr.
Cuando te veo dormir empuño un arma blanca por si la luna me dice, ¿qué hace una de mis estrellas caída del cielo? y si osa usar un posesivo, juro por lo escrito, que sin dudarlo la mataré. Pero sólo quería decirte, que el lienzo en blanco es el primer día de el resto de nuestras[...] y acábame tú.