Hoy el sol se colaba en mis pulmones y me hacía un poco más serena. No obstante, el cielo no iba conmigo. Soy un atardecer que duele. Y hiere, con la misma delicadeza que acaricia tu piel.
Sólo quieres que deje de brillar y llueva, pues lo haré. Y seré. Todo lo que no quieres que sea, y estaré ahí donde más te duela, y te juro que. En esta nuestra lluvia, me ahogaré contigo.
¡qué ingenua! creía que brillaba con luz propia, hasta que fui lluvia (y era fiel a mi creencia), y me salió un arco iris en escala de grises.