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martes, 18 de noviembre de 2014

Ego gótico inglés

No olía a leña nada más cruzar el umbral de la desdicha, ni tan siquiera la chimenea estaba encendida. No obstante, desde hace casi un año -y digo casi, con el corazón lloviendo-, era reconocible el olor a hueso calcinado por el tiempo -como el olor de un libro de autor muerto, huele literalmente a soledad- . Su dulzor no impregnaba el vaivén de los pulmones y la televisión, no se estaba viendo sin ser vista.
El sofá vacío y su voz, qué exquisita voz, durmiente aún.
Ego, sin embargo recuerdo, cuando se pintaba los labios de color amor, y me besaba las mejillas. Juro que por estas fechas odiaba el carmín de mis mejillas y ahora, -aunque pueda parecer hipócrita- lo echo en falta.

Su no voz, su no calor, su no fotografía, su no amor, todo su ahora es no. Este nuestro -no- invierno y esta nuestra -no- Navidad, voy a regalarte la rosa blanca más hermosa y pintaré sus labios del color que tú pintabas mis mejillas.
¿Por qué todos me esperan? Me esperan, y se van.


Ego Iinvierno, soy como el arte de un gótico inglés.