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jueves, 8 de julio de 2010

(cosa que dudo mucho, no sé expresarlo ni en persona)


Vuelvo a estar encajonada entre la espada y la pared.
Siento como la sangre ya no me cabe en el pecho y ansía por salir.
Mi mundo, perfecto en su totalidad da comienzo a su destrucción.
Allá por donde pase encuentro escombro, añicos... pero el daño psicológico no causa
ningún rasguño en la piel.
El camino sigue firme, pero el cielo es rojizo. No se cambiar su color.
Otra zancada mas, y ahí esta él. Como no, si en todo lo que escribo está
desde que le conocí. Cuando intento expresar un sentimiento con palabras (cosa que dudo mucho, no sé expresarlo ni en persona) esta ahí... en cada letra se encuentra lo que siento por él.
A pocos pasos de su cuerpo, detengo mis andares y desvío la mirada.
Pero sus ojos siguen firmes, de reojo vuelvo a caer en la tentación de mirarlos. Y como distracción
muerdo mi lengua, para así, perder el tiempo. Cruzarme de brazos no sirve de nada, a pesar
de que ya lo he hecho. Él creo que sabe lo que significa en lenguaje no verbal.
Basta. Desisto, ¿como puedo atacar a mi debilidad? Deseo con todas mis fuerzas
traspasarle, pero sé que es imposible. Que cada movimiento que haga será estúpido e inútil.

- ¿Cuando piensas tragarte tu orgullo?
- Nunca.
- Lo acabas de hacer.
- Lo se.