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miércoles, 1 de febrero de 2012

El té de Amar:



Ilusos, desde el cristal véase a seres humanos, de nombre "In", deshojando margaritas, pétalo a pétalo. Buscando el "me quiere" cuando todas con la sinceridad que despierta la exasperación, gritan con sus mudas voces "no [te] me quiere". ¿Por qué diantres no tienen piedad?


Tiempo más tarde, la tetera gruñe. Un harapo de encaje deshilachado abraza los frágiles brazos de Amar. Delicada, dulce, enamoradiza, bailarina y reina de un mundo que distribuye a cada enamorado.
Siempre decía a las bocas abiertas: "Amar es como el tiempo y el té, nunca sabes que día vendrá, ni que día se irá y mucho menos cuando se separará de los brazos de Amar". 


Saborea el sabor, nada es tan dulce. Ni tiene tanto apetito como un lobo feroz, exhausto de buscar sustento a la vida. 
¿Qué menos que la calidez que puede aportar un ser humano? Pero siempre esta ese factor sorpresa, que se puede encontrar en cualquier esquina o en cualquier esquina dentro de quince años. Para nuestro pe[n]sar el tiempo es un reloj de arena que se consuma, una gota de rocío cayendo al vacío, una pluma que cae del cielo... efímero. Ese es el término adecuado para nuestro tiempo. 


Cuando escuchas un repiqueteo de alas en las paredes de... de... sí, son las mariposas. Invasoras de tu cordura, trastornandote de la cabeza a los pies. Pero no hablo de las mariposas de las primeras palabras, la primera caricia... no, son todas distintas. Hablo de las de los instantes antes para que surja ese instante en el tiempo que se consume. Ese primer roce de labios, el primer beso. Tierno primer beso....


Tan sencillo como ser un té, eres el té en los brazos de Amar que traducido a lo que sientes por él es "AmarTE". Irresistible, terriblemente irresistible.