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miércoles, 4 de mayo de 2011

Desabrochar la camisa nívea y gracias al filo de las uñas abrir el corazón.
Ves el brotar de las lágrimas por mi piel. Esa piel susurra tu presencia más que eres su dueño, mientras tú, el ignorante de ti, cree creer es de las sábanas, en las que yace y sueña el insomnio cada noche.
Destrozada y lúgubre en noches de luna llena viajo hasta ella, tan bella como la describen en versos, dormiría plácidamente en uno de sus poros. Pescaría estrellas fugaces y te prometería que esos deseos, los cuales si son de mi alcance, los cumpliría. Pero una vez en el destino, abres mis ojos para los cuales se dan cuenta de la realidad que tu les das.
Y traigo para ti, desde ahí arriba, una estrella de cuento calcinando mis manos. ¿Para qué? Duerme esta noche conmigo y seré feliz.
Temo a esa última palabra, la cual manejas a tu antojo y mi vida depende de ella.

- Cogen mi cuello, aferrándolo con fuerza y forcejeo para mi liberación, pero no puedo. Abaten mi cuerpo contra el colchón. Una aguja y un hilo están tendidos en mi mano. Sé lo que tengo que hacer, volver a coserme con los retales de mi cuerpo.
Y cosió su corazón noche tras noche, mientras la luna le miraba y las estrellas le arropaban.