Seguidores

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Los latidos de la lluvia:

"Los corazones solitarios surcarán las calles y cuando el cielo cese de llover, darán un vuelco".

Erase una vez, en un pasado reciente con olor a vainilla, surcaron las calles los corazones. Atraídos por el deseo de que nadie supiera quienes son, se hallarían solitarios ante el gentío, pues los cristales susurraban que hoy era el día, lo que para mi fue ayer. 
Navegar a la deriva, sin rumbo, hasta ser por una vez alguien, un náufrago en un mundo ahogado. Los violines alargaban sus manos para sonsacar a las damas de su espera. Tersas y firmes prometían todo lo que una mujer pueda esperar de un hombre, pero los sueños sobre príncipes habían quedado sepultados bajo las novelas con olor a viejo, pues ya no existían aquellas que mordían el corazón. Rodeada de tragedias y dramas era el momento exacto de rechazar una mano para bailar con la soledad, pues no confío en los ojos que desnudan por placer. Reían por una mujer surcando el suelo deslumbrante, mientras vuestros botones son arrancados y vuestras manzanas podridas, sonreiré, puesto que pensáis que para la paz se necesita guerra como para el amor odio. Se saciarán con el amor no correspondido, entonces lloraréis, tan solas como os dejaron después de utilizaros y no habrá vuelta atrás aunque parezca que fue ayer. 
Un envolvedor silencio, más rápido que la luz, creó cuerpos inocentes y bocas mudas. Los desconocidos se miraban los unos a los otros, sospechando intranquilos ante la existencia de alguien que no era de carne y hueso. El silencio era tan abrumador que podía escuchar los corazones, tanto que me apretaba el pecho, aunque no hubiera corazón si no costillas. 
"No era mas que una mera desconocida, como todos los que bailan a mi son". Pues la vida no es eso que pasa mientras piensas o te arrepientes, es el despertador que dicta sentencia. Un fallo de la naturaleza. 
Hubo un corazón que no latía, mi corazón. Puesto que no hay que tenerle cuando estas muerto, me parece algo tan inútil como la esperanza de seguir vivo.
Me encontraba sola ante el gentío pues la existencia quiso que fuera así, no soy una para todos, me encuentro durmiendo en vuestros corazones hasta que me despertáis. 
Entonces y solo entonces los violines comienzan y alargo mi mano hasta vosotros. Y sin querer, caéis. 

Soy los latidos de la lluvia que repiquetean tu cristal. Y no hay mas lluvia que tus lágrimas.