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lunes, 4 de febrero de 2013

Alegoría de la caverna en las calles de la ciudad

Vivimos intoxicados del humo que deambula por el asfalto, desde los talones hasta los pulmones. Nos busca, nos encuentra y nos mata lentamente algunos murieron ayer y otros esperan el trágico día de mañana

Con las sienes entumecidas, somos libres entre barrotes grisáceos que forman la palabra mas hipócrita de nuestra lengua, JUSTICIA. Siempre , tan firme, eres, con un dedo alzado condenando al inocente, impartiendo justicia entre sangre y billetes. Justicia es la bala del pecho, disparada por un ser humano, en las "manos de la inteligencia" -la dejamos- "en buenas manos" -decían. Nos equivocamos-. Mienten igual que todos los que se sientan entre madera con túnicas negras y trajes pagados con el dinero del esclavo. 
Esperamos con los dedos entrecruzados, con los ojos cerrados y la nariz apoyada entre los primeros. El corazón huye y nosotros quietos ante las decisiones erróneas de bocas humanas. Quiero un mundo justo, por eso le sueño, porque es la utopía más preciosa jamás soñada. 


Un día las piedras de nuestra espalda caerán por su propio peso, nacerá el segundo de realidad, un segundo en el que la esperanza deja de ser una semilla seca, para enraizar un cuerpo entero, para luchar por una causa y qué mas causa que no mi vida, si no la de muchos mas. Un segundo para los ojos, un pestañeo para cambiar el mundo, pero para ello hace falta abrirlos o saber que detrás del telón se esconde el mundo. Entonces las venas querrán salir del cuerpo para dar vida a otros seres nuevos. Para renacer cambiando las leyes de la ley. 

Paradójico es crear guerra para la paz, las palabras son increíbles pero no todos somos perceptibles. "Veo cruzar las calles a seres vestidos de blanco, porque las palabras que nos ciernen son tan puras como ese color".  El blanco inundó cada recoveco, buscando, encontrando, luchando y no mirando atrás, porque algún día acabará todo, pero de momento necesitábamos un principio para el fin. Algún día daremos a nuestra vida su utilidad, cuando no estemos sosteniendo la pirámide. 

Algún día no estaremos aquí, porque estaremos por encima, algún día no habrá pirámide, porque todos estaremos con los pies sobre la tierra. 

Dedicado a todos los soñadores que lo no son porque no pueden. Dedicado a Platón.