Seguidores

martes, 5 de febrero de 2013

La Heroína de los labios color rojo escarlata.

-¿Ves a esa chica de labios rotos color escarlata? El filo de su sonrisa es capaz de hacer trizas cualquier motivo que se atreva a interponerse en su camino.
-¿Sabes quién es?
-No tengo la menor idea...
- Esa chica, era yo.

Aquel día tenía rasguños en las rodillas, de trepar a la ventana de la persona a la que más quería... era un día tan frío que no sé como la sangre fluía por mis venas, porque de verdad que no sentía ni mi propia existencia. Pero decidí adentrarme en el papel masculino de trepador de ventanas, porque me pensé que sería una aventura increíble y algo fuera de la pedante rutina. Subí feliz, aunque las espinas rasguñaron cada pedazo de piel que puse a su merced, porque fui una estúpida locamente enamorada. Me dispuse a abrir la ventana cuando mi Romeo no estaba solo. Había dos siluetas acariciándose entre las sábanas. Entonces le vi, el corazón frenó en seco y mi vida junto a él empezó a rodarse en unos minutos, recordando absolutamente todo. Era como si estuviera dispuesta a morir, como si la muerte estuviera en frente de mi enseñándome mi pasado, dándome un paradójico último suspiro. Mis labios en la piel de otra, mis besos en otros labios, mis manos en otro cuerpo. Sé lo que es el amor, es eso que te hace temblar de frío y nada puede arrebatarlo, es eso que hiere y no cicatriza, pero estoy harta de las típicas descripciones. El amor es aquel que jode amando. 

Cerré los ojos, respiré profundamente y caí de pie, alguien se asomó a la ventana pero mi cuerpo fue más rápido y torció la esquina sin encontrarse a la puta, porque ya estaba en la cama. Justo arriba en la segunda planta, justo donde hace unos días me prometieron algo eterno. Fui una descerebrada por confiar sin pensar. ..
Huir no es de cobardes cuando lo sabes todo, cuando lo haces por una causa, cuando no hacen falta ni imágenes ni palabras porque lo has visto todo con tus propios ojos. Y la vida sabía cruel, y desgraciadamente aquí no ha acabado. 
23 llamadas perdidas. Fui al lago, seguía tan hermoso como siempre, tan joven que solo parecía que los años me pasaban a mi, tomé su consejo, arrojé el móvil lejos donde nadie jamás le encontraría  y si lo hacen será tarde. Fui allí donde la civilización no te reconoce como conocido. Huí de mis raíces para saber que nada es para siempre, que no volvería a echar raíces pero sí a escribir. Porque cuando cerré las maletas y desperté en otra cama empezó mi nueva novela. 

Algunos me dan por muerta, otros me siguen buscando. Dicen que Romeo espera en soledad, se volvió loco porque no logró encontrar explicaciones. Yo creo que su soledad es tan hipócrita como la mujer que se esconde entre sus sábanas. 
La tragedia se cernió sobre mis pies, pero después de ver mis pilares derruidos aprendí que no erré yo, pero aún así soy la sabia preparada para concebir errores. Jamás llegué a enraizar, porque la vida esta de paso, no sé cuando moriré o si lo estoy  ya. 

Mi vestido de seda se adhería al cuerpo, abrazándolo con ternura y su vuelo se alzaba al viento, dispuesto a cortar tanto o mas que el filo de mi sonrisa. 
Todo me sabía a sangre, porque estaba desangrándome por dentro. Aún huele a sangre, pero me he acostumbrado. Algún día volveré, cuando ya no haya nada que hacer. Porque escribí FIN y no me dejé continuar. Utilicé la juventud y no volví a amar, porque solo lo hice una vez y lo fue para siempre.