- Una punzada de dolor.
ELLA
Volví otra vez, como tantas otras veces haré a lo largo de mi vida. Entre versos, humo y desolación yace mi existencia arropada por el vacío que duele tu ausencia. Volví por ti, porque el brillo de tus ojos antes de llorar es mi debilidad.
Haces que la cruel realidad sepa a chocolate con fresas. Tu sola presencia ilumina una habitación de velas, tu rostro color miel, el silencio que hay entre nosotros, el silencio, tu piel, me estremeces.
Quiero escuchar el motor del coche, quiero que el viento acaricie mi pelo. Evadirme de ti para no depender de tu respiración. ¿Y dónde acaba mi ánima? En tu ventana. Viendo como te quitas la camisa entre las sombras, como mi corazón acelera, como tiemblan mis piernas, sé que no es lo correcto mirar pero qué voy a hacer si ni tan siquiera logro parpadear. Abres las cortinas y un halo de luz ilumina mi rostro, acelero. Huyo por las calles que me recuerdan a ti, porque me has abrazado en ellas, me has besado, has hecho que sonría, como tanto te gusta. Sé perfectamente que te dejo atrás, sé perfectamente que huyo para acabar frente a ti, llena de lágrimas. Porque nunca eché de menos a nadie, hasta que tú apareciste lleno de confianza, tan embriagador como siempre. Parece que mi corazón va a romperme las costillas y la piel para abrazarte. Queremos lo mismo, pensamos exactamente igual.
Al cielo no le bastan mis lágrimas y llora conmigo. Meciéndonos entre la melancolía, la lluvia y mi persona, entonando un mismo sentimiento. Buscando el calor que nosotras somos incapaces de otorgarnos. Ella busca el suelo y besa tus labios, yo beso el suelo y busco tus labios. Empapada hasta los huesos, voy a demostrarte cuán se puede amar a una persona. Voy a darte un pretexto por si algún día quieres destruirme, para que sepas donde duele, para que tengas claro que es ahí y no en otro lugar donde se acaba conmigo. Parece estúpido pero solo podrá destruirme quien mas ame. Tú.
ÉL
Llaman a mi puerta. ¿Quién será a estas horas, con el frío que hace?¿tú?¿qué haces aquí? Estás llena de lágrimas, acabas de suministrarme antrax. Dices que lloras por mi, porque me quieres tanto que sufres. No lo entiendo, pero déjame demostrártelo. Te abrazo, te aprieto contra mi pecho. Eres tan pequeña y pareces tan delicada, que tu fuerza me embriaga. Tus mechones de pelo gotean, pero estás preciosa. Tanto como siempre te verán mis ojos. Pero no llores por favor.
Comienzas a decirme lo que sientes por mi, incluyendo dónde puedo destruirte. ¿Cómo puedes pensar eso? Antes me alejo de tus ojos, para que no veas cuánto te quiero y que voy a estar ahí para proteger a la niña de mis ojos. Te llevo a mi habitación, para que te cambies y no cojas frío, ponte mi camisa. Ojalá te enamores de mi olor como yo estoy enamorado del perfume de tu piel. Empiezas a desnudarte y no miro, aunque la tentación sería capaz de no quitarte los ojos de encima ni un solo momento. Sería capaz de velar por ti toda la noche con tal de mirar tu carita angelical. Voy a por una camiseta para ti y te juro que fue sin querer, pero vi tu espalda desnuda, tu piel tiritando, tus ojos asustados, te vi a ti... y no pude evitar acercarme, aunque te asuste mas. Y te acaricié, busqué tus labios, te encontré tan maravillosa que quedé encerrado en tu pecho. Te tumbé en mi cama, eres tan cálida y a la vez tan fría. Pero nunca dejas de ser perfecta. Te miré a los ojos y te dije, si quieres destruirme tú, hazlo. Seguiré queriéndote y cuidando de ti, porque no acabarás con mi corazón... le tienes tú. Y no podrá salir de ti. Solo hay una mujer en mi vida, tú.
El resto, que te lo cuenten las sábanas.
- ¿Qué sientes corazón?
- Amor.
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