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viernes, 24 de mayo de 2013

The girl who cried iron tears

Tan contradictoria como la vida
que es lo que vives mientras mueres.
Tan sincera como un corazón

que late sin querer.
Llora la chica de las lágrimas de hierro
buscando en el cielo a la estrella
que nunca le dejará de ver.
Sabiendo que esta, nunca
olvidará quién es.

Otra vez aquí, entre mis delirios de Jack Daniels y tus manos. Pérdida de contacto con la realidad.
Mi piel de escarcha en el centelleo de tus ojos, las espinas desgarrándome el corazón, tú en tierra hostil, aquí dentro en mi lucha interna. Ojalá pudiera tener las manos del odio para asfixiar al amor, tener el valor de acabar contigo y no volver la cabeza atrás, gritarte que nunca morderás mis heridas; que las cosí con tus tus palabras de hiel tras tus besos de miel, para algún día tener la certeza de que cualquier dolor será dulce porque no te pertenecerá. Pero es tan improbable como que el cielo pierda la cordura y olvide llover.

Desempolvaré mis pestañas y tú no estarás en mi cama, no habrá ropa tuya colgando de la lámpara, ni me dirás que estoy rutinariamente horrible, ni tu olor hará que desvaríe, porque olerá a ceniza y alcohol, arderá lo poco que tuve de ti conmigo, nos consumiremos como siempre quise, juntos mi amor. Renacerá el fénix en uno de los dos y déjame susurrarte que tú, no eres.

Sé que ocurrirá, mi vida de sombras

irá contigo, mi corazón dirá adiós y 
me quedaré aferrada a las sábanas, 
reconstruyendo lo que un día seré en palabras, 
haciéndome de tinta, volviéndome de hierro, 
afilando mis versos, grabándolos en mis ojos 
para ser la chica de las lágrimas de hierro.

Esperemos mi amor, que nunca nos volvamos a ver.