Seguidores

lunes, 5 de agosto de 2013

Thunderbird (I)

Quería saber qué se siente cuando arde el corazón y no por amor.

Quería tener entre mis piernas tus vaqueros y sentir el rugido de tu corazón al son de mis caprichos. Ansiaba con un momento a solas, tú y yo, sin sueños propios de etílicos, cuerdos de razón, tuve exactamente lo que aclamaba la voz que tú no oyes pero a mi me grita constantemente, haciéndome besar la realidad, tan trágica y tan bella que nunca sabes cuando fiarte de esa puta que te hace dudar. Arañame las clavículas. Últimamente solo vivo de recuerdos que huelen a libro viejo, a un pasado tan presente que me produce náuseas, así que es hora de intentar huir de mi sombra, o quizá ignorarla y si algún día me pregunto quién es, por favor compartid conmigo una botella de vodka a medias. ¿Sabes? Ahora me apetece que suene un piano y después me sorprenda con mi mezcla cosmica-orgásmica, rock n' roll y rap.
Mis piernas te apretaron - ahora, mi amor, serás mi marioneta predilecta - iremos dónde yo quiera, cómo yo quiera y cuándo yo quiera. Amo sentir el peligro que puede correr una chica como yo, con un hombre como tú. Porque me muerdo los labios, me estremezco por dentro y cuando respiro, suspiro y siento, que eres mío. Que estás a mi merced, que somos tú y yo contra la carretera y la carretera se rinde a nuestros pies. Bésame. Tu velocidad y el viento, revolviéndome el pelo, mordiéndome el cuello, mis mandíbulas tensas, que parezca que pierdo el control pero sólo sea una advertencia para ponerme a prueba contra mi existencia. ¿Quieres saber de lo que eres capaz, quieres saber temer a ser mortal? Mi pájaro me enseñó a estremecerme por una buena razón, si las curvas tienen nombre de mujer, será por algo.
Las cinco de la madrugada, un amanecer perezoso, tú y yo sintiendo el fuego de nuestras pasiones, siendo cenizas entre susurros. California. Que amanezca mientras hacemos el amor.

Es tan fácil como conducir un coche y hablar de amor.