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viernes, 23 de mayo de 2014

Matar a un ruiseñor

Abrí la jaula. 
Y trémulo, buscó mi mano para perderse
en nuestro cielo de cuatro pareces blancas. 
Yo, me abstuve, embriagada por el dulzor 
primaveral de sus alas al son del corazón. 
Yo lo miraba, cual enamorada, sin motivo
ni razón; entonces las niebla enmudeció, 
me besó desde los pies, hasta mi propia voz.
Y yo sabía que me perdía, en las tragedias 
de espinas que brotaron de mi, rosa.  
Y juro que soñaba con sacarme de mi, 
luché por romperme las costillas, busqué 
en mi baúl la llave y tropecé, ya era tarde.
Había roto lo único que había cuerdo en mi.
Ahora soy un loco y perdóname pero 
desde entonces no concebimos el mismo mundo. 
Acurrucada en mis adentros, me oía cantar, 
tarareaba la canción del sueño eterno, 
un réquiem, y yo pensaba, cómo algo tan bello 
puede ser. Y alguien cantó por encima de mi.  
El ruiseñor entonó la vida, que para ella no hay 
canción, pero él era mágico y fue un héroe, 
pero tan sólo en mi interior. 
¿quién era él para decirle al loco en el que 
me había convertido que no?


Dejé su vuelo y deshojé sus pies, hoja a hoja
y por un momento, en mis adentros pensé, 
quizá sea una rosa. 
Él confiaba en la nobleza de las manos que 
le daban libertad cada mañana, y yo quería 
gritarle que no era yo.
Confiaba pues en sus alas infinitas y entonces
sentí sus pupilas en mis manos, y mi otro yo 
dejó que viera. En efecto, sus pupilas en mis manos, 
volaba en las paredes blancoazuladas un ruiseñor 
ciego. 
Exhausto clamó, buscó la calidez de mi pecho 
y yo, le acaricié el cuello, enmudeciéndole la voz.
Y su voz se coló en mi pecho y lo abracé tan fuerte
que sólo entonces comprendió. Lo que yo sabía, 
que ahí afuera no era yo. 
Y esta vez él me dio sus alas, para que sin él 
yo huyera lejos de mi. ¿Y qué hizo el monstruo
que había fuera? Yo lo amaba, pero arranqué 
sus alas y su pluma me escribió el poema más
bello, que comenzaba con mi nombre, y una 
metáfora me hacía ser su cielo. 
Y sonreí, como la muerte alzando el reloj
para no ser impuntual. Y en la hora, 
el minuto y el segundo previo a, el monstruo 
abrió nuestra jaula. 
Y juntos fuimos el poema más bello jamás contado
y juntos fuimos cada nube que surca el cielo azulado
y juntos fuimos los maestros de todas las voces de la naturaleza.
y juntos fuimos el río que fluye, el pájaro que trina y rosas con espinas.
Y juntos fuimos amor hecho primavera.