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domingo, 26 de agosto de 2012

Skinny love:

Con los pies fríos, rozo el agua de mi amado lago. La madera cruje bajo mis pies, un sonido que embelesa y si lo combinas con el olor a tierra húmeda, es un deleite para quien sabe apreciar lo que tiene ante sus propios ojos. Mi fiel compañero esta junto a mi, caballete, lienzo y pintura de todos los colores imaginables. Aquel que hurga en mi inspiración en días lluviosos, cuando las nubes lloran y pintan el cielo de un color gris perla. 
-Cuando me pongo nerviosa, tiendo a remangar el jersey, como si él fuera el causante de mi agobio. Simplemente por echarle las culpas a alguien y quedarme medianamente sosegada.- Las gotas del lago se deslizan por mis pies, retorciendo mi sonrisa hasta sonsacarme el hoyuelo. Hoy tengo frío a causa del vacío que duerme dentro de mi. Me he perdido en mi propio mundo donde todo me parece superfluo, porque no poseo pretextos que logren abrirme los ojos y demostrarme lo equivocada que estoy. 
Siento mi cuerpo errante, pues no veo los hilos por los que manejarme. He dejado mi cuerpo abandonado y los ojos vacíos, pues en las nubes se esta a gusto y no escucho voces humanas atormentan mi calma. Ojalá pudieras subir aquí conmigo, quizá haga unas escaleras para ti o quizá hayas de trepar por mi, conquistando mi corazón. Es inútil, tan solo hizo falta ver tus ojos para percibir sus latidos, apretar mi pecho por si acaso se escapaba y saber que una vez dentro, no saldrías de él. Condenarme en una jaula a la que yo veo preciosa, mientras mi mente engaña a los ojos que ven barrotes de hierro. Pero no importa, solo he de creer mis palabras. Creer en mi y solamente en mi, aunque sea mi fin. 
Necesito que ames mi piel. Necesito un héroe que ahuyente los miedos que yo misma creé y que a su vez, no soy capaz de enfrentarme. No existen los héroes, pero tú para mi eres lo más perfecto de todas las novelas, convertida en realidad. Pero aquí arriba todo parece evadirme, siento que puedo cerrar los ojos sin temor a que me despierten las pesadillas. Entonces... el piano suena dulce y me dejo caer cual pluma desde las nubes, sintiendo un ligero viento, pero sin abrir los ojos. Entonces unos brazos aferran mi piel y me siento... no sé como explicarlo pero algo así como... enamorada. Pero aunque me crea más fuerte y huya de cómo me siento, soy frágil ante ti. Por ello tiemblo, aunque diga que es de frío (miento... eres el causante de mi miedo a quererte tanto). Aprieto mis párpados "es un sueño, es un sueño, volveré a abrirlos y todo habrá desaparecido". Y sigues ahí, siento un nudo en la garganta y no sé que hacer, pero prefiero quedarme quita por las estupideces que pueda llegar a decir/cometer. 
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Suspiro y aunque no quiero, te pido que te vayas. Grito que te odio. Las palabras más punzantes que inventó el ser humano. Puedo apreciar lágrimas en tus ojos y tus pasos se alejan entre la niebla. Acabo de destrozarme... Pataleo todo, ese afán de destrucción que nos invade cuando... bueno, sabemos de sobra cuando. Lloro, en soledad como acostumbro e invado el silencio de un llanto voraz. Te quiero y no puedo evitar quererte, pero hay algo aquí dentro (señalo mi cabeza) que no me permite dejar amarte. Porque teme caer en un abismo sabiendo que se ha tirado al vacío hace tiempo y aún no ha tocado fondo. Preguntándome qué falta en mi y desesperádome en el intento. Al borde del caos y habiendo devorado todas las manzanas de la discordia habidas y por haber. Unos brazos me sujetan por los míos y tus ojos se clavan en mi, mientras noto la tensión de tus mandíbulas. Me estremezco. Dices: Te quiero. Aprieto los puños y golpeo tu pecho, NO NO NO Y NO. Me niego a echar por tierra lo poco que me queda de vida, a que tortures mis sentimientos, no sé por qué lo pienso, solo sé que te temo. Eres mi peor pesadilla, pero creas mis sueños. Eres mi océano... y sonríes. Apunto de secarme de tanto llorar, besas mis labios, dejándome atónita. Y no puedo evitar decirte que en verdad te amo y que... ya no te tengo miedo.


Hoy pinté, frente al lago una pareja, ella se llamaba "Confío en mi misma" y "Confío en ti"... él no tenía nombre. Hasta que se le di. La lluvia hizo de mi lienzo un manojo de lágrimas pero el recuerdo le guardo aquí, en mi corazón. Pero lo mejor, es que lo pinté mientras me abrazabas por la cintura.

Una carta salida del corazón de Sarah Sánchez (yo).