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viernes, 6 de diciembre de 2013

Invierno errante

'Tengo que salir de aquí o acabará consumiéndome mi propio fuego'
Ojalá hubiera corazón que ardiera, pero la tragedia es que creo que lo hubo hace olvido en vez de tiempo, porque debe ser que cuando eres un monstruo ya no recuerdas o quizá, no paras a pensarte.
Si la Hélade escuchara mis rugidos se estremecería tanto que surtiría el efecto mariposa y se sumiría en ruinas, y jamás nadie tuviera consciencia de la existencia de la tragedia. El día que ocurriría una tragedia, ¿sabríamos que es, aun desconociendo su significado?
Qué sería de nosotros vivos sin saber qué somos. En nuestra propia ignorancia aún mas ignorante. Pues bien, soy ignorante de todo cuanto a mi se trata. Hacía tiempo que no me encontraba sola, en mi bella soledad.

Trémulo el invierno del mundo, con su voz gélida,
haciéndome palidecer ante una luna mas altiva que ayer.
Mirome el zenit tuerto cobijado entre sus perlas,
¿y mi aura? susurraban en silencio, pues carezco de luz.
El otro día pareciome ver un ángel en el espejo,
pero mi cordura a veces se equivoca queriendo sin querer
haciendo enloquecer a estos ojos que tiritan ante
lo que no quieren ver, pero ven. Pues jamás nunca
sentí en vez de ver al monstruo durmiente mi pecho.
Creí ser pero ¿quién soy? Hablaronme de la cruda realidad
y aún no la probé. Sentose sobre la cama, al igual que yo,
pues somos uno en vez de dos. Y míranos, somos un
monstruo con corazón y razón. Sórdida creación.
Regreso a mi evasión, mi dulce hogar, cómo has cambiado
desde el último día. Pareciome ayer y por qué no lo iba a ser.
Cual claro en el bosque, míranos, somos una desconocida.