Seguidores

jueves, 26 de junio de 2014

Heme aquí, yo no, mi torpeza

Perdóname, mis palabras son tan torpes como los labios que las besan, como los pasos de mi corazón cuando te acercas que tropiezan y caen en el abismo hostil de tus sentimientos que no reconoces cuando me sientes cerca. Y ojalá fuera bailarina, enredar tu camino a mis tobillos y huir con tus entrañas, prometo no pensar en piedras. Allá donde el sol sucumba al mismísimo océano, con los pies en la arena que un día fue roca, como nosotros y nuestros sueños, entiéndeme que yo te explico, antes nuestros sueños eran rocas y el mar el tiempo, han pasado años para que quepan en nuestras manos, cual puñado de arena.
Qué decirte sin tropezar, en esta mi tormenta. Disculpa mis palabras torpes y no necias que a tus ojos llegan, me hicieron un nudo que tirita sin frío.
El cielo llora, cuidado marinero, la brújula olvida, cuidado marinero, aquí dentro hay galerna. 
Al caminar mi pelo hace que el viento vuelva a susurrar y susurra tan fuerte que hasta tu corazón va, y suele no tocar, sino amar el piano, porque en cada nota respiro tu voz, y mi viento contigo es tan torpe como yo. Discúlpame si ni entenderme puedo, quizá puedas tú, quizá mi torpeza llegue a endulzarte la razón y así quizá tropecemos los dos.
Heme aquí, culpable, fui yo quien puso la piedra en este nuestro camino, fui yo quién dijo "cuidado" y cayó contigo, perdóname mi amor. Deseé que tropezaras con mi alma y que de una vez la amaras.

Yo tu lluvia, y sólo quiero empaparte hasta los huesos y quedarme donde más te duela, quieta, muy quieta. Porque ya tropecé una vez.

En este día perla me he levantado con dolor de cabeza, creo que hasta en sueños he tropezado.