Pero ya no sólo es que llovemos, sino que hemos sufrido una metamorfosis exquisita, y es que ahora caemos lentamente porque somos lluvia. Yo soy la lluvia que hace que lo que un día de sol ves gris, al día siguiente sea un gris oscuro casi negro, pero no del todo.
Soy quien cae desde lo más alto y se deja llevar, y qué hago yo si el viento me enamora, me endulza hasta besar el suelo y humedecer sus labios.
Recostada en un sillón de la Inglaterra victoriana, mirando la calidez del vacío y durmiéndose mis pestañas, he de decir que. "Para el verdadero romántico el fondo lo es todo" y sí, porque amamos sufrir, amamos considerarnos ignorantes y no vivir en la ignorancia del ser, y lo que cualquiera en una palabra dice "dolor" nosotros, los poetas, lo escribimos en tantas palabras hasta morir nuestro tiempo.
Deberíamos llover más.
-dijo sencillamente, embriagada por el exquisito olor del café, como diría Oscar Wilde.