Seguidores

lunes, 21 de noviembre de 2011

Salen cuervos de mi cabeza, como si fueran a llevarme a algún volar.
La última vez que escribí en mi diario era tan libre como sus plumas, hoy con los dedos mordisqueados de corroerme por fuera, escribo entre cuatro paredes. Mientras veneno en mi interior se forma, pues pocos días desearía (y no me quedan) para que acabe esta dichosa tortura.
Escribiré en mayúsculas y ocupando una cara: "Lo peor que puedes hacer, es atar mi libertad, pues cuando me desate, ya sea muerta o viva será tu vida mi recompensa".
Quizá nunca has utilizado el daño físico contra mi, pero el de dentro es el que más sufro. No poder disfrutar de mis tejados, mi luna, mis noches en vela y mis versos. Ya no son nada sin aquello que tanto ansío que solo tienen los pájaros que veo desde este húmedo desván.
En ocasiones alzo la mano y siento que los puedo tocar, robarles una pluma y guardarla en el frasco de mi colección. Pues cuando tenga mi arsenal, echaré a volar. Y jamás sabrá[n]s de mi existir.
Antes eran pájaros blancos, puros como la nieve de un invierno. El que veo caer por la ventana llena de polvo. Ahora, en estos y hace unos cuantos instantes, se volvieron cuervos, negros y tenebrosos cuervos.

Estoy segura, de que allá donde estés, escuchas el piano que acaricio y creo cada mañana para ti. Si todos los grandes músicos levantarían la cabeza echarían flores en mis andares, pero soy una completa desconocida para el Mundo que me rodea.
Y más si estoy encarcelada, sin un "por qué".
El sueño de la razón produce monstruos... despertad estúpidos humanos, siempre andáis dormidos.

(Preparo algo, en bandeja de plata y será frío... el invierno hace fríos los olvidos).