Seguidores

martes, 20 de marzo de 2012

Memorias de los poetas muertos: Réquiem para los vivos.

Cuando no hay nada que perder el cielo se torna azul oscuro casi negro. Posado sobre una cama fría, percibes el sonido del resquebrajamiento de los cristales y las voces, no cesan en tus oídos. El réquiem ha comenzado...
Realmente estas muerto, pero sigues viviendo por capricho de tu corazón.
Sales a la calle en busca de algo que encontrar, pero no es un acto de valentía ser un cobarde y trémulo demostrar su contradicción.


Un día fue el origen y hoy, sin llegar al final consumió al luchador que llevaba dentro. Coge una cerilla entre tus manos, haz que salga el fuego, espera a que se consuma, eres el humo. Etéreo como el humo y testarudo como la vida, que si se va es para no volver.
Respiras el olor a ceniza sin saber que llega desde tu propia piel. Si quieres saber el aspecto de la muerte, sostén un espejo y mira tu reflejo. Y queriendo, el espejo te mostrará el paso de los años aún sin envejecer, tú responderás haciéndole añicos contra el suelo. Pero de nada sirve puesto que la realidad jamás nublará tus pensamientos engañándote.


Los hechos no entienden de arrepentimientos, vueltas atrás o razones. Solo es un significado a lo que puede ocurrirte, un nombre. Cada persona le da un significado a su hecho, una grabación interna, la cual reproduce aquello que se cometió, aunque a veces ocurren lapsus, olvidos casuales, malentendidos...


Sigues en pie, aún no sé por qué. No te bastó con destrozarte como un descerebrado, con desgarrarte por dentro. Sigues vivo, vivo para comprobar que sigues ahí buscando las respuestas que nunca encontrarás a los hechos que un día hiciste y que tienes ahí, adentro.


La vida bosteza, llegó el sueño de la razón.