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miércoles, 13 de noviembre de 2013

El café de los que se van a enamorar

A veces quiero desahogarme y ¿dónde se encuentran tus lágrimas?, no sólo por tu ausencia sino por dudar de si estoy yo misma.
A veces te pienso y cuando lo hago me sumo en un abismo de belleza sublime, donde rompen las olas, donde los rugidos del océano estremecen el alma de la bestia. 

Parece que ha pasado tanto tiempo entre tú y yo, que nos hemos hecho viejos de dolor.
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Eres quien entra a una cafetería, empapado hasta los huesos y la chica del fondo, la pelirroja de flequillo, la que esta justo detrás del hombre de la máquina de escribir, la que esta leyendo al maravilloso Leon Tolstoi, sí justo ahí, la que no te ha quitado el ojo de encima desde que ha sonado el tintineo de tu llegada. Exactamente esa soy yo. Esa pelirroja busca en el café tu olor y en alguna burbuja tu reflejo, y mírala, cómo te mira, quién diría que su corazón no late. Si supieras cuánto me late. Procurará desviar su atención de tu espalda, qué real parece cuando mira la lluvia y no ve ni una sola gota. Ahora toserá y mientras parece que entrecierra los ojos para el proceso, los clava en ti, pero... oh observa, es tan tímida que sería irresistible abrazarla. Me siento estúpida. Eres estúpido. Cómo no puedes darte cuenta, esta frunciendo el ceño y su semblante es lúgubre, se siente tan confundida consigo misma que va a hacer como hace en sus novelas, va a acudir a su evasión, su mundo donde tú todavía no te encuentras. Allí no habrá ningún estúpido que no la mire porque será la protagonista de todas y cada una de ellas. Piensa en otra cosa, vamos... intenta distraerte por favor. Tiene tanto miedo a que duelas que no sabe que nunca dolerás porque nunca te dejarás doler. Quizás sea fría y lejana, pero acércate con cautela y cuando tengas oportunidad acaricia sus manos, siéntela. Siente que en mis manos no habrá frío cuando te escriban, si te escriben. Esta triste y no quiere reconocer por qué, por eso se va a ir, dejando el café a medias, dejándose su presencia sentada, mirándote hasta que te vayas o por lo menos, hasta que sepa que miraste su sitio por casualidad, para ver si estaba y no estará. Adiós, hasta siempre. ¿Lo ves? Ya no esta, pero los pasos que escuchas son los suyos, dirigiéndose a la puerta, de donde te aseguro que si no vas, no la volverás a ver, pero si vas, me cambiarás para siempre...
¿Cuánto hace que esta lloviendo? No sé dónde tengo la cabeza.

- ¡Cómo llueve! - Es una escusa patética hablar del tiempo, pero ella no se percatará hasta tiempo después, cuando habléis y os contéis estas cosas entre abrazos y algún que otro beso.
- ¿Verdad? No me importa, la lluvia es preciosa - No, no digas que como ella o entonces se alejará de ti a la velocidad de la luz, guardatelo y díselo en un par de meses. Mira los hoyuelos de su sonrisa, ¡dime que no te enamoran!
Cómo se te ocurre decirle que dónde vive, y mas aún responderle "vivo justo seguido a ti, porque es de noche y no quiero que una chica sufra algún problema" esta bien, la has hecho reír pero ha estado a punto de soltarte una barbaridad en tu contra, sin embargo ha preferido tentarte y decirte "¿y si el peligro eres tú?" y has sonreído.
No os hacéis una idea del peligro que significáis el uno para el otro, porque os vais a enamorar.


La voz de Destino