Seguidores

sábado, 9 de noviembre de 2013

Insomnio invernal

Te necesito aquí y ahora. Tal y como Jack Daniels necesita a una botella.
Querría decir que me siento vacío sin ti, pero sería mentira, solo tengo frío. El Invierno llega mordiendo los huesos y ya esta aquí, pero esta vez no es el que era, le noto diferente como si echara de menos una parte de mi que no recuerdo. Cuando su aliento gélido ruge en mi rostro parece que me echara cosas en cara, pero fuera incapaz de hacerme daño con palabras, no obstante con mis reflexiones me basta. Su ferocidad hace que no lo pueda mirar directamente a los ojos, por ello miro al suelo, buscando ningún reproche por parecer cobarde, o por lo menos así me siento. Cobarde ante una estación que consigue dar un vuelco a mi corazón, llevarle y traerle de vuelta a casa, como la promesa de un joven inocente a la custodia de una chica. Para quitarle peso a mis pensamientos me revuelve el pelo, también consigue enredarme por dentro pero soy yo, por pensar lo que pienso.
Discúlpame por temer amarte para no echarte de menos cuando te vayas. Porque la primavera intentará hacer de mi una flor, el verano creerá ser mi amor y el otoño hará que bese el suelo y mi piel adquiera los tonos tierra; y sólo quiero al invierno que me hiele el corazón. Comienzan las punzadas en el pecho al son de tu aproximación, te temo tanto como me temo a mi, quizá seas el canto de las sirenas y yo el estúpido Ulises que confió en sí y no se ató al mástil, y no es así. Sería insensato además de muchas otras cosas querer cambiar la Odisea para evitar mi destino, que tarde o temprano, llegará.
Nieva y me gustaría gritar, desearía gritar que te amo pero prefiero que no lo escuches para no llorarte de madrugada. Mis lágrimas le quitarían protagonismo a la luna y sus estrellas y al final solo sería un cielo dándole rosas a mi propio cementerio. Dudo que tu frío escribiría con dulzura en mi epitafio, dudo que fueran palabras siendo lo que eres, un sentimiento. Los ilusos creen que podrán describirte, pero es mas fácil escribirte y hablarte de mi. Contarte cómo me va la vida e intentar que no sepas que cualquier cosa que te diga será mentira, que ignores mi realidad y pienses que soy tan feliz que sólo se te ocurra sonreírme. Pero oh cuando llegues y me veas cosiéndome cual sastre, estirándome los labios para sonreír día a día, abriéndome los brazos para que parezca que no hay hielo en mi, alzándome los ojos y dejándoles llorar, a ver si piensas que es emoción, pero no... no será así. Pensarás que no soy yo y no te equivocarás, como siempre, tus manos cortarán mis comisuras, cortarás un hilo y no hará falta continuar  porque romperás mi magia efímera y además de saber que soy un sastre mago desastroso besarás mi corazón. Seré el invierno eterno.
Esta historia no tiene un final feliz porque no me gustan las perdices. Pero continuará...