Andar errante mientras la ciudad padece insomnio.
La vida se basa en recuerdos y cuando recuerdas dudas si eres tú, puesto que surges en tercera persona. ¿Realmente soy yo o soy una completa desconocida para mi? Sientes que eres la persona encargada de llevar la cámara de vídeo, para saber que una vez estuviste ahí.
Entonces el cielo se torna en color ceniza y huele a quemado. No hay luces en las calles pero eres un ánima incandescente. Entonces tu rostro es serio, pero te retractas por dentro. Invaden tus pupilas unas ganas de llorar, ya que recuerdas el momento en que perdiste a la persona que querías, o las personas. Pero... ¿sabes una cosa? Realmente eso no es lo que nos hace llorar. Lloramos por todos los buenos momentos que se encuentran en nuestra cabeza.
Apoyar la cabeza sobre el regazo de mamá, para sentirme seguro y protegido. Verle reír, siempre causaba estruendo y la gente le miraba con desdén, pero era la sonrisa más sincera. Su voz ronca, que atraía la atención. Cuando confió en mi para que aprendiera a andar en bici, le pedí que no me soltará, pero me ignoró. Dijo "eres suficientemente segura, para confiar en ti y solamente en ti". Cuando te cogía por los aires y decía, adelante, trepa por una nube y surca el cielo. Incluso cuando te regañaba, pero a la mínima que ponías cara de llorar te apretaba entre sus brazos por que sentía debilidad por ti...
Echar de menos no proviene del momento en el que una persona echa a andar y pierde el rumbo consigo, proviene de todos los recuerdos que en su día dieron felicidad.
Nunca el tiempo será suficiente. Nunca la vida tendrá el tiempo suficiente. Siempre consumarás tus lágrimas sabiendo que no fue suficiente. La eternidad, tampoco sería suficiente. Siempre seremos infinitos, hasta que la muerte diga lo contrario.
Fotografías hechas ayer, aún quedan más.