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miércoles, 30 de octubre de 2013

Reflexiones bajo un flexo - EFÍMERO

Partamos de la base de que el sentimiento del pensamiento es, sin pero que valga, efímero.
Al igual que nuestra consumación de presencia con los pies en la tierra. Con esto no quiero desnudar la vida para ver que bajo su encaje se esconde la piel de la muerte, al menos no lo pretendo. Sólo ansío ser capaz de sonsacar, a esta cabecita mía, una reflexión, tan sencilla y paradójicamente retorcida, que haga falta leerlo dos veces o quizá más para descubrir el sentido del que carezca.
Vivimos en la existencia del cuerpo, meciendo la cuna de vivir muriendo, siendo conscientes de que hasta la última hora seremos ignorantes de cuan es su exactitud, pues no vivimos, si no que convivimos con nuestro cuerpo y él decide cuándo partir, abandonando el alma en un mundo donde no sepa cómo vivir. ¿Y es que sin el cuerpo qué queda? Cuando nos sumimos en un sueño no necesitamos ojos para ver, ni pies para caminar, nuestro alma nos guía en el mundo creado por nuestra imaginación tan irreal, como quizá lo sea el que sentimos cuando estamos despiertos. O puede ser que la realidad y la irrealidad sean dos máscaras mas en este gran baile, donde no se sabe quién es el hombre, ni si el hombre es hombre o si alguna vez lo fue.
En la balanza la duda pesa tanto como la ignorancia y si el saber no ocupa lugar, quizá sea porque no sepamos nada y la nada es vacío.
¿Qué es esto? Pues bien, Descartes seguramente no se quedó del todo contento con su conclusión, pero aún así siguió firme a ella, aunque igual los monstruos le aterraban a la hora de conciliar el sueño. Todo, absolutamente todo es efímero, pero a la vez, somos una continua metamorfosis eterna