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sábado, 14 de abril de 2012

Querido diario, hoy es un día gris:

Mis pies sobre el frío suelo y la mirada fija en el cielo infinito. Quizá, solo quizá, me base en mi zenit para crear mis versos y lo que escribo en una libreta desgastada, en la que comienzo con un "hoy es MI día gris, lluvia". Y al acabarse la tinta en la última palabra, escribo mis deseos. Palabras que se cuelan en un texto, con diferente énfasis del resto. 
Acaricio las gotas del cristal buscando... no sé el qué. Dudando del mundo y de la vida que lleva consigo y conmigo. Dudas por doquier y respuestas inexistentes o apasionadas del juego del escondite. Dudo.
Como siempre, veo que mis dedos escriben solos, como si tuvieran una vida propia externa a la que yo les doy. Tengo una hoja completa y en un futuro haré otra. ¿Por qué deseo tantas cosas? 
Lo mejor de esa serie de deseos, es la sencillez de cumplirlos. Son cosas cotidianas que hacen feliz a la persona que las piensa. En eso se basó Beckett en su obra "En attendant Godot", vivir como si fuera el primer día.
Leer, deseo leer, que dicte mi reloj de Cuervo. Me dejaré de llevar sin que nadie, excepto yo se dé cuenta. Respiraré otra vida, a pesar de que muchos humanos no sepan lo que para mi significa,  seré otra persona, en otro lugar. 
Viajaré por las novelas, donde ni yo misma me conozco. Solo sé que vivo al día y que comienzo como si me conociera de toda la vida.
Dulces versos, adiós.