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viernes, 20 de abril de 2012

Quiero:


Quiero atarme los zapatos y salir por la puerta, saber que en cuanto pise la libertad de las calles seré uno más, pero uno más libre. Todos somos uno más, ¿pero cómo diferenciar al libre del aprisionado? 

Entrar por un lugar enigmático y llegar hasta donde mis deseos decidan posarme. Trepar un árbol milenario, exhalar oxígeno y columpiarme en una de sus ramas, hasta encontrar la comodidad que necesito para tocar el violín. Quizá hoy, que el cielo es azul y las nubes níveas, pueda encontrar mi ruiseñor, encontrar la armonía. 
Solo recuerdo cerrar los ojos, cerré los ojos y aparecí en otro lugar, en un árbol pero de otro mundo. ¿Dónde estoy exactamente? Esa es la primera pregunta en la jerarquía de mi vida. Situarme en un principio, el final ya se verá. 

Guardo el violín en mi espalda y llena de rasguños piso la tierra, húmeda. No niego mi desconfianza a lo desconocido, como tampoco niego la curiosidad al saber. Por ello me adentro arriesgando, lo que no sé es el qué. 
- Si en la vida tuviera miedo, nunca me conocería, ni conocería al mundo. - Por ello puedes enlazarlo con la valentía, aunque no lo aconsejo. Son palabras mayores dedicadas a otros versos. Alguna vez...¿os habéis remontado a otro lugar, a un lugar de la imaginación que parece pura realidad?
- Parece, no es. - Hay que saber la diferencia, si no estas perdido. William Shakespeare resumió la filosofía en una sola frase, dejando un final en "he ahí la cuestión".
- ¿Cuántas cuestiones te planteas a lo largo de tu filosofía, cuántas resuelves y cuántas siguen en incógnita? - Quizá tu razón piense en infinitas, pero ni el infinito es incontable. 

- Tengo una duda. ¿De qué dudo? De mi vida. ¿Por qué dudo? Buena pregunta. 


PD: Las fotografías han salido recientemente del horno, próximamente surcarán flickr. Saludos.