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lunes, 10 de septiembre de 2012

Quiero la miel de tus labios para dejarte sin palabras:

Acostada sobre la hierba, observo las nubes que vienen y van. Sonsacándome cosas inimaginables con la excéntrica imaginación, pretendo buscarme las cosquillas, saber hasta donde puedo llegar. Dejarme llevar por mis instintos de escritora e imaginadora, por el océano que fluye aquí arriba, en mi cabeza, corro sin pensar mientras las olas cubren mi cuerpo, quiero llegar donde no pueda sustentar mis pies en el suelo. Soy feliz. Si pudiera tocar un piano de cola en el agua, mientras la tormenta me estremece a lo lejos, sería más feliz, pero de momento me conformo con existir y saber que cuando salga del agua haya alguien esperándome con los brazos abiertos, por si acaso el frío decide encerrarme en la cama. Tiritaré solo para que me aprietes más fuerte, tan fuerte que parezca que quieres meterte dentro de mi y leer mis pensamientos, hasta que me cueste respirar y la espalda cruja como el óxido. Entonces podrás soltarme, pero tan solo para darme un respiro, ya que sigo teniendo frío. 
Adoro cuando los ojos y las pestañas se humedecen y logran crear un aire de fragilidad. Aunque las apariencias engañen y yo sea el depredador y no la presa. 

- Un café nunca viene mal. 

Mientras la cafeína aporta calidez a mi cuerpo gélido, tus brazos me aprietan contra tu pecho, cuando te pones protector tus mejillas se hacen irresistibles y no puedo evitar morderte, así usurparé tu tensión y te robaré un beso, quieras o no. No hay motivos para que te niegues y aunque los hubiera siempre he conseguido uno, pues no puedes eludir lo que sientes por este pequeño Invierno que ocupa tu corazón. 
Recuerdo la vez que dijiste que era tu lluvia, en una noche de Invierno... hiciste que sonriera... para ti. Y al besarme me estremecí, entonces aferraste mi cara entre tus manos y me dijiste: "He besado a la lluvia bajo la lluvia". Que dulce eres cuando quieres. 
He de confesarte algo, mi imaginación necesita una mecánica y esa mecánica eres tú. Haces que la primavera que se guarda aquí dentro, florezca, que en verano luzca el sol, que en otoño caigan las hojas y que en Invierno los copos de nieve duerman sobre las plumas en las que nos encontramos tú y yo. Cuántas lágrimas derramamos en soledad y ahora que nos tenemos, será para siempre y si lloro, que sea entre tus brazos. Eres aquello que soñé y sin darme cuenta se fue haciendo realidad.