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miércoles, 6 de junio de 2012

La insensatez cuerda de la razón:

Dirijo mis pasos hasta el sillón mugriento, arrastrando a mi sombra por los pies. Cierro los ojos tras escuchar el crepitar de la madera debajo de mi, relaja mis músculos, me siento como en casa. ¿Como dónde sino iba a sentirme? Estoy en mi propia morada, aunque seamos mutuas desconocidas. Pues poco sé de mi, como para saber de este frívolo lar. 


Busco por la ventana, quién se situara en mi lugar vería un albo lago. Pero mis ojos contemplan lo que la ablepsia del ser humano no, algo que se encuentra más allá de la razón. Donde mi cordura se confunde y pierde en alguna parte del vacío de mis entrañas. Buscarla... ¿por qué osaría buscarla? No precisa mi vida. Quiere darme a entender, exige, un sueño recóndito aunque quizá pierda el íntegro significado de despertar. ¿Cómo se despierta? Ansío una explicación. 


A mi vera se encuentra la maleta, guarda mis recuerdos, tengo tantos recuerdos que no me caben en la mente para recordar, por ello decidí guardarlos. Están a buen recaudo, sin duda, temo evocarme que extravié la llave, pero permaneceré en silencio, si me escucho me enfadaré conmigo misma y no quiero discusiones a estas horas del mediodía. Los copos de nieve se posaron sobre mi vestido, deshaciéndose y humedeciendo mi piel. Sentí escalofríos. 


Hay un espejo en frente de mi, me mira. Una chica de tez nívea, labios rojizos me mira. Su pelo cae sobre sus hombros, parece tan delicado que no me atrevería a acariciarlo por mucho que lo deseara. Adoro sus ojos, son cristalinos, parpadearía lo necesario para no perderlos de vista. 
- ¿A quién esperas? - Dije con un hilo de voz. 
- Oh, yo también la espero. - Sonreí como si de seda me tratara. 


Esperábamos a la cordura, pues no hay más olvido que el que crea mi imaginación. Juraría, que una vez conocí a la desconocida del espejo. Creo recordar que reflejaba a la propia persona que se veía en él, ¿qué hago ahí dentro, por qué estoy al revés? O quizá me equivoque, sea ella la que pregunte por mi. Me ruboricé,  nunca antes habían preguntado por mi. Acaricié sus mejillas, era fría como el hielo.


¿Por qué la pérdida de cordura es algo distinto a nosotros? ¿Por qué repudiamos aquello que es diferente a nosotros? ¿Por qué? ¿Cuál es realmente el mundo? ¿Por qué nos basamos en la mayoría excluyendo a la minoría? Y si el mundo, realmente fuera el ciego, la voz sería muda, solo existiría un mundo por persona, las enfermedades fueran una escusa para las personas que necesitan cariño y la locura la escusa perfecta para dar la vida a la comprensión. ¿Qué es el mundo? ¿cómo es el mundo, cómo lo vemos o cómo lo ven?