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sábado, 16 de junio de 2012

Lovely scarecrow:

La calidez de la tarde, hacía que estuviera pendiente de sus rayos, sentada en una silla que se balanceaba en el porche, esperando noticias frescas (de no sé donde). Mis manos aferraban una taza de té, congelado de tanto esperar sobre la ventana, sus reproches se deslizaban por mi en forma de escalofríos, haciéndome sonreír, a su vez. Apoyé mi rostro en la palma de mi mano y con la libre, acaricié mi pelo que jugueteaba con la brisa. 
Tenía la mirada perdida y justo apareció esa sensación, cuando estás mirando fijamente un punto y de repente ves algo, algo que llama tu atención, haciendo que frunzas el ceño y no gastes energías en pronunciar palabras. Tan solo observas, como un gato curioso. Y sin saber porqué frotas uno de tus ojos, por si acaso alguien te observa, buen método de distracción. 


Piensas, acerca del espantapájaros que se encuentra enfrente de ti, aquello a lo que observas. Lo tratas como a una persona, puesto que haces exactamente lo mismo que si fuera una. 
- ¿Por qué  osan decir que un espantapájaros es horrendo? Lo veo extremadamente hermoso. 


Me asusté de mis palabras, puesto que aparte de hablar conmigo misma, hablaba sobre un espantapájaros. Huí de mi... dando un portazo, el cual hizo que el cristal se resquebrajara de manera insignificante. 
Esa noche diluvió y me encontré, a las tantas de la madrugada mirando por la ventana, oteando el lugar en el que se encontraba. Buscándole entre la lluvia. 
- ¿Cómo iba a preocuparme de un espantapájaros que lo único que quiere es que este lejos de él?... 


Entonces un impulso surgió de mis rugidos. Corrí escaleras abajo, escuchando como crepitaban tras de mi. Esa noche estaba sola, hace unos días, mi imaginación me hubiera enredado con mis sábanas pero hoy, parecía efímera. No importaban los peligros. Pisé la tierra húmeda y nada mas posar mis pies, me encontraba empapada hasta los huesos, tiritando, pero carecía de importancia. Sabía a donde quería llegar y no pensaba parar hasta su aspiración. Caían rayos a pocos metros, la tierra se estremecía bajo de mi. Abrió sus brazos y me fundí en ellos. 
Eran cálidos, perdí la noción del tiempo  y el rencor de mi pecho. El miedo a amar lo insano y a dar mi vida por un espantapájaros. 
- Te quiero... - Apartó mi pelo y susurró esas palabras que hacen que mis lágrimas caigan, esas palabras que hacen que mi corazón se desboque por sus labios. La vida me contradijo y fue él quien me condujo hasta mi habitación, quien fue a por toallas y nos arropó. Trayéndome leche caliente, para evitar un resfriado. Dormí en su pecho, escuchando el arte de los latidos del corazón. 



Los misántropos también saben amar. En la vida, encuentras a UNA persona a la que amarás. Tus sentimientos estarán desnudos y vivirás para él. Yo la encontré. Aquella persona fría, que es capaz de esperarme bajo la lluvia durante días y días. La que se desvive por mi y me ama. Te amo Ojos de Océno.
No hay mayor espantapájaros que el corazón humano. Por favor, haz de mi vida la eternidad, contigo.