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viernes, 29 de junio de 2012

Ser o ser quien dicen ser

Despiertas con escarcha, atado a las sábanas que incitan pero no dejan conciliar el sueño. Mirar al techo no implica buscar respuestas, tus deseos no son órdenes. Convives con la adolescencia (no vives, que es diferente), siempre se consuma. Su final puede ser feliz o no, pero siempre dejas cosas por decir. Odio las últimas palabras que se quedan entre los labios, que son ininteligibles y las dices cuando nadie te escucha. 


Llega la fase de la vida, donde las películas americanas una chica cierra una taquilla y el amor de su vida, un jugador de rugby (tiene que ser obligatoriamente el capitán del equipo) aparece suplicando que le acompañes al baile, mientras tú eres la chica tímida que se encierra en su jaula a la cual otras personas llaman desastrosa habitación. Te tiras a la cama, cierras los ojos, sonríes y la cámara enfoca desde el cielo. Pero la vida no entiende de películas y mucho menos si estas constan de rutinas. 


Entonces llega el dilema, ya no eres quien creías ser, no eres la chica tímida que pasa desapercibido. Y cuando te describes frente a un espejo no sabes si hablas en primera o tercera persona. Golpeas el cristal y lloras con los puños ensangrentados. Puesto que estas sufriendo por los susurros que no cesan en tu cabeza y mañana por la mañana serán gritos en los pasillos y calles. Estas perdida en tu propia vida y no obtienes explicaciones, simplemente es así. 
Todos los días son grises y el único momento de paz es mientras duermes, que suele ser en pocas ocasiones. Íntegramente todo se torna a una gama de colores oscuros casi negros. Y la escapatoria son los años, que transcurren con lentitud. Suspiras. 
Dan comienzo los problemas con tus padres, puesto que te sientes incomprendida y contestas con el dolor que llevas dentro. No necesitas ayuda, te engañas a ti misma, la pides a gritos pero todos están sordos. Sustentada en una silla acaricias tu pelo mientras intentas distraerte con el pensamiento más insignificante. 
Hasta que despiertas. Despiertas con escarcha. 


- Hoy, es mi día. Nunca he estado tan segura de ser quién soy. ¿Quién soy? Solo yo lo sé. 


Aferras el abrigo y sales por la puerta, es invierno y es un día gris, un precioso día gris. Han pasado los años, los necesarios para ahuyentar los miedos que te corroen. Has logrado salvarte de ti misma, aunque realmente siempre luchaste sola contra el mundo. Tú, eras tu mejor aliada. Estas llena de vitalidad. Consigues reunir a todas las personas de tu instituto, con escribir en un papel bebida gratis en el patio tenías de sobra. Y todos se quedan atónitos con tus palabras. Se miran los unos a los otros.


- Hoy soy yo, no quien vosotros creéis que soy. Y si no me queréis ver, pudriros. Pero siempre tendré a mi vera a las personas que de verdad me quieren, el resto sois conocidos. Aunque en la lista de las redes sociales ponga "amigos". Hoy soy una NUEVA YO. Y tengo complejos, como todos pero no sufro puesto que vivo con ellos. Todos tenemos complejos. Y la única forma de olvidarnos es que nos quieran, de verdad y no por compasión. Sé quienes me quieren y soy feliz por ellos y con ellos. Por eso sonrío cada mañana, porque sé que en mi día a día están los ojos verdes de un gato, los ojos verdes de la naturaleza y los ojos de océano. Tengo muchos más amigos, pero mis pilares son ellos. Después están los ojos caramelo de una madre y los ojos color miel de un padre. Y les quiero tanto, que daré mi vida por ellos. 


HE ahí la cuestión.