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jueves, 22 de diciembre de 2011

S. Meisner (I)

Nota: Esto es una reflexión sobre la teórica teatral. 






Las gotas de agua resbalan por la piel de mi garganta, que respira como bien puede tras un catarro invernal. 
En mi mano derecha un bloc de notas y en la mano izquierda mi pluma predilecta. Entonces, la imaginación comienza a fluir, un piano cae del cielo como copo de nieve y Ludovico Einaudi esta sentado, sin delicadeza y consciente de que va a crear las notas que necesito. Deposita en mi una sonrisa atípica, que alza mis ojos al norte, un suspiro... preparada. 
- Mi fiel utopía se abre paso en Realidad, arrasando todo lo que el ser [in]humano ha creado y denominado destrucción. Aferrándome con las yemas de los dedos y con suavidad, posarme sobre una pequeña "isla" donde solo cabemos el pianista, su respectivo piano y yo. Las aguas cristalinas acarician los bordes de la pequeñez de mi isla y de pronto la fiera lluvia roza mi rostro. En tiempo de vuestro reloj, acabo empapada hasta los huesos en cuestión de segundos, quizá menos. Saboreo cada instante, cada gota que surca mis labios, sin embargo mis artilugios de escritura siguen impunes. El cielo gruñe, tan gris como en mis sueños, las nubes avanzan y los tornados acuáticos rodean allí donde me encuentro. El escenario perfecto para escribir el aquí y ahora del pensamiento, con Meisner como director. Mis pupilas observan la grandeza mientras mis manos ansían escribir.

- (Enredo mi pelo detrás de las orejas), pienso en la frialdad. La tempestad anteriormente descrita es ella, todo lo que relacione con el frío hablará de tal. Meisner pretende vivir el aquí y ahora, pensando y sin pensar. Actuando sin actuar. Convenciendo al público de que lo vivido es real. Devorando los tiempos pretéritos y futuros. Sanford, todo lo que creaste es paradójico, aunque a la vez, posible. En la cuarta pared todo resulta creíble, pero con el escenario a flor de piel indescriptible. Si escribiera o describiera tu razón, sería un completo laberinto. Eres frío, los sentimientos se van en cuanto sales de cajas, simplemente con posar la punta del pie. Aún complico mi vida gracias a ti y sin quererlo, lo consigo. Consigo llegar a tus límites. Pero el miedo es mi jaula de actor, en el cual como un animal salvaje rondo y golpeo. Sin saber y sabiendo que vivo el aquí y ahora, tu dichoso aquí y ahora. Maldito seas Meisner por crear algo tan perfectamente imperfecto...